Descripción
«Aquella mañana llovieron obispos bocabajo…».
Con tan inquietante imagen da comienzo esta novela de humor que se desarrolla en la Sevilla de 1936 recién conquistada por los fascistas. En ella, tres republicanos torpes, héroes diletantes inspirados en los hermanos Marx, intentarán matar al general Queipo de Llano con una conspiración semejante a la de los exiliados del cuento de Max Aub La verdadera muerte de Francisco Franco; es decir, hablando en un bar sin llegar a concretar ningún plan… O quizás sí. Paralelamente, en el presente, un autor igualmente torpe y diletante, intenta escribir una novela en la que se asesina a Queipo. Mientras fabula el simulacro histórico, la gozosa ucronía, el autor nos cuenta parte de su vida.
Tanto el atentado como la novela (que sugieren la tensión entre pasado y presente) quedarán siempre en el aire, no se llegarán a realizar. O quizás sí. Queipo, por supuesto, estará también en el aire, lanzando soflamas amenazadoras por la radio. Pero no estará solo. Al general lo acompaña constantemente un personaje simbólico: una mosca. A través de ella, en una tercera dimensión de la novela, se cuenta la vida de Queipo en Sevilla desde que la conquista hasta que muere.
El hombre que mató a Queipo de Llano es una sátira posmoderna, una metaficción historiográfica en la que se intenta ajustar cuentas con Queipo de Llano, uno de los personajes más destacados de la Guerra Civil, a través de la parodia, lo grotesco y la desmitificación. El humor es el arma para deconstruir el pasado y alumbrar las zonas oscuras de la Historia.
Lejos de ser una novela más sobre la Guerra Civil, sí reivindica, sin embargo, el derecho a utilizar como materia literaria parte de esa historia, la protagonizada por el ominoso Queipo de Llano en Sevilla.